Son legión los opositores que me cuentan que el libro, o mis palabras, les han "animado" mucho.
Yo siempre les insisto en que la oposición es un universo diferente y se rige por reglas diferentes. El tema de "los ánimos" no es una excepción.
En las oposiciones, "los animos", "la motivación", etc, no son importantes. Son un campo de minas.
Me explico:
Los ánimos y el entusiasmo no son buenos consejeros.
Nadie resiste un estado de "super-animación" o "super-entusiasmo" continuado.
Quien crea que estar muy motivado es fundamental, un dia se levantará normal, no "hiperanimado" y entonces pensará que no está "animado". Como no está animado, creerá que no va a rendir y claro, a la hora del estudio no avanzará, e incluso se autojustificará luego diciéndose: Hice bien en no estudiar, puesto que no iba a rendir.
El planteamiento correcto es más sencillo: Simplemente no hay que desanimarse estúpidamente.
Si todos los días una madre da de cenar al niño, lo haga "animada" o "desanimada", si la cena es nutritiva, tendrá un hombre.
Suelo poner a los opositores que me consultan, un ejemplo todavía más formidable, para "curarles" para siempre de este "vicio" de los "ánimos":
Es el TEOREMA DEL CERDO:
Imaginemos que queremos conseguir un jamón de pata negra ibérico de bellota. El no va más.
Tomaremos un cerdo de raza ibérica, lo criaremos con bellotas y en libertad, luego pasará al secadero de jamones, que tiene que estar en una provincia con clima adecuado, salarlo convenientemente, tenerlo el tiempo preciso, vigilar su crianza etc, y al final, si todo lo hemos hecho bien, tendremos ese ansiado jamón, en el cual se habran producido los cambios químicos que dan esa extraordinaria calidad aroma y gusto al producto final.
La cuestión es:
¿Que ánimos tenía el cerdo?
Obviamente, ningunos.
Pues esto es igual. Si se estudia con intensidad, concentración y durante el tiempo suficiente, o sea con técnica de estudio correcta, el temario se aprende con y sin "animos". Simplemente sucede. Fatal, matemática, inexorablemente, sucede.
De manera que lo único que no hay que hacer es desanimarse sin motivo. Al fin y al cabo, los ánimos tiene que ver con el "alma", pues ánimo es una palabra castellana que proviene de la latina "animus" que es el alma, el espíritu, (de ahi la palabra "animas") y autodesanimarnos sin motivo es tanto como autoarrancarnos el corazón y eso, como poco, no es inteligente.
Este verano estuve en Cazorla, hay una vieja fuente de piedra al pie del castillo con tres caños. El de la derecha (vista de frente) además del chorro de agua, deja caer en vertical una gota de agua. Puedes meter la mitad del pulgar en el agujero que la gota de agua ha hecho en el duro granito a lo largo de los años. Y nuevamente la misma idea: la gota no estaba "animada", ni "desanimada", porque la gota no tiene entendimiento, ni voluntad, simplemente cae, percute una y otra vez,hace su trabajo con constancia (todos los días) y con humildad (es muy pequeña y deformable), pero el resultado es que la roca se horada.
Sentado lo anterior, una precisión más, en la misma "longitud de onda" de los "animos":
Otros opositores me cuentan que se sienten muy "animados" porque están estudiando bien desde que tienen el libro, o porque hoy lo han hecho muy bien. En apariencia no hay nada de malo en este comentario.
Sin embargo, hay diferencia entre estar "satisfecho" por el trabajo bien hecho y estar "animado" y el opositor profesional debe cuidar esto también, como andaría con cuidado en un campo lleno de minas.
Estar contento o satisfecho, es un estado natural del ser humano porque se refiere sobre todo al momento presente, simplemente el opositor que ha aprovechado el día está satisfecho y contento, porque siente que el tiempo lo ha invertido bien. Sin embargo nadie está contento para mañana. Uno está contento ahora y sin vocación de futuro.
Muy por el contrario "estar animado" tiene otra connotación profunda: tiene que ver con hacer más cosas, tiene que ver con el futuro.
El castellano es muy claro en esto. Si has de afrontar una tarea ingente y no tienes fuerzas, dirás:
"Hoy no me siento con animos", "hoy no estoy animado", "voy a tomarme una cerveza a ver si me animo un poco", "vete a ver a la vecina a ver si se anima a venir"... el sólo empleo de la palabra "ánimos" ya remite a que hay una dificultad importante que vencer y eso no conviene al opositor, pues estudiar con técnica es como respirar algo normal, tan normal como usar la capacidad humana de memorizar, y a nadie se le ocurriría plantearse que haga falta un ánimo especial para respirar muchas horas seguidas.
Del mismo modo colocado ante esa tarea ingente, si te ves sin fuerzas, no dirás: "Hoy no me siento con alegría", "hoy no estoy satisfecho", "voy a tomar una cerveza a ver si me pongo un poco contento", "vete a ver a la vecina a ver si se pone contenta y viene"...
No encaja.
Estar "contento" mira al presente y estar "satisfecho" mira al pasado, al resultado de lo hecho. Esto es correcto, respecto del buen trabajo del día.
Sin embargo, estar "animado" mira al futuro, a la tarea por hacer, y con sólo decirlo ya estamos autoavisándonos de que nos espera un reto fastidiado, que acaso no se superará sin los "ánimos" criados hoy, es decir nos auto enviamos un mensaje de debilidad y falta de auto-confianza, cuando no hay porqué hacerlo,cuando para cumplir con el estudio del día o la hora siguiente, no se precisa de ningún "animo" especial, todo lo contrario, hay que ser consciente de que esa nueva jornada de estudio, se desarrollará con total independencia de los "ánimos" del día anterior, con total independencia de que el día anterior haya sido bueno o malo.
Es, exactamente como lanzar una moneda al aire: incluso despues de cincuenta caras (día bien rendido) nada está escrito y la probabilidad de sacar cara otra vez es la misma de la primera vez, sólo que en el estudio no depende del azar. Depende de nosotros. Podemos lanzar una moneda con dos caras, simplemente si nos olvidamos de la tontería de los "animos" y obramos en consecuencia.
Por eso el opositor que quiera poner un nombre a la sensación de alegría y paz que siente por el buen esfuerzo de ese día, o mejor, de esa hora, o de ese pequeño periodo de tiempo a que aludo en el Método, deberá decir y proclamar cuanto le pluga que esta contento y "SATISFECHO".
Satisfacer, en su sentido etimológico, hace referencia a un proceso de “hacer” (facere), “un bastante” (satis).
De manera que el opositor debe arrancar del diccionario la página relativa a los ánimos y señalar en amarillo la palabra "Satisfecho".
Un opositor satisfecho no se juega su "alma" de hoy al envite de mañana. En lugar de ello, se limita con humildad a disfrutar con el fruto de su trabajo y, al día siguiente, partido nuevo.
Como ese albañil que ha de levantar un muro gigantesco y no intenta darse "ánimos", a la vista de lo ya hecho, para volver a poner ladrillos al día siguiente, sino que vuelve a casa "satisfecho" porque hoy trabajo duro y le cundió bien.
Mirando sólo con humildad el trabajo de cada momento y no lo que se lleva hecho, o lo que falta por hacer. Así es como se hace.
Con humildad.
Y añado un apunte más:
Una cosa es la motivación para opositar (tener un trabajo estable, desarrollar una vocación de servicio, ayudar en casa con un sueldo, independizarse, etc, etc) y otra muy diferente el tratar de suplir la falta de moral producida por la ausencia de rendimientos, con un continuo y diario apelar a aquella motivación original.
Al no atacar la causa del problema, que es esa falta de rendimientos por falta de técnica, el apelar continuamente a la ilusión inicial de opositar, terminará por agotar tan precioso recurso, y al final esta solución dejará de producir ningún efecto y, lo que es más grave, nos llevará a dañar esa ilusión original, al asociarla día tras día a los malos resultados en términos de rendimiento.
Por eso no hay que mezclar las dos cosas. La ilusión por opositar es la que nos anima a emprender esta aventura el primer día y a ratificarnos en continuarla un día más cada mañana, pero luego, en la batalla concreta de cada hora y cada minuto de estudio intenso, nuestro motor no anda con ilusión, o con motivación, o con ánimos, anda simplemente con esfuerzo bien hecho y a él hemos de encomendarnos en exclusiva.
¿Entonces porque tantos opositores despues de leer el libro se convencen de que dominar un temario es perfectamente posible y me dicen que estan mucho más motivados?
La explicación es sencilla: Antes de leerlo, estaban desanimados. Como un corredor en una carrera que de pronto se para. No tiene sentido, pero sucede. Cuando ven que esto es meramente una sucesión de esfuerzos, como la carrera es una sucesión de zancadas, se olvidan de su estado de ánimo y vuelven a correr. De inmediato se sienten mucho más satisfechos, (a lo que llaman erróneamente "estar muy motivado"), pero no es que estén super-animados. Sucede simplemente que el dejar de estar desanimado produce el mismo efecto que una inyección extra de ánimos, aunque el mecanismo es diferente.
Luego, en el día a día, esa inyección ya no se reitera, porque no se vuelve a estar desanimado y por tanto no se puede volver a salir de ese bache anímico (consiguiendo otra dosis) y, simplemente, hay que continuar avanzando con el estado de animo natural y normal, el mismo con el que respiramos, caminamos y dormimos:
El estado de animo humano, que es todo lo que necesitamos en este trance.
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